lunes 21 de agosto de 2006 ágora
Con los datos disponibles, se pudo corroborar que donde hay más contaminación,
suceden más muertes por enfermedades respiratorias y, por lo tanto, es equivocado y tendencioso decir que los altos niveles de contaminación en Guadalajara no afectan la salud de las personas Jefe de la Unidad de vinculación y difusión científica, de la Universidad de GuadalajaraEl 13 de agosto se publicó en el diario El Informador una declaración del secretario de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable en Jalisco, Ramón González Núñez, quien calificó de irresponsable contabilizar los fallecimientos en Miravalle por contaminación, luego de que la Universidad de Guadalajara diera a conocer, en el marco de la III Reunión de salud ambiental, celebrada en la Asociación Médica de Jalisco, un estudio sobre mortalidad en la zona.
En la Universidad de Guadalajara las catástrofes han permitido una reflexión profunda de la investigación científica en el campo ambiental, para mantener un alto nivel de pertinencia institucional. Así, cuando ocurrieron las explosiones del 22 abril de 1992 (el Día de la Tierra), se reconoció que la realidad nos había rebasado y que tal hecho había traído consecuencias para la salud con las más de 200 muertes que se habrían podido evitar si hubiéramos prestado atención a la contaminación y al riesgo.
Cuando ello sucedió, la Universidad de Guadalajara desarrolló el primer estudio integral de riesgos que podrían ocasionar catástrofes en la ciudad, y estructuró varios programas de estudio que incorporaran a la formación profesional de licenciatura y posgrado conocimientos para posibilitar un manejo de riesgos y anticipar costos evitables en la salud, el ambiente y el patrimonio.
En 2005, para este mismo grupo de investigadores que trabajaron el atlas de riesgo, fue considerada una nueva catástrofe ambiental: lo sucedido del 24 al 26 de abril (otra vez abril) y mayo, con los niveles récord de contaminación del aire por partículas, que ocasionó por primera vez que se suspendieran diversas actividades, como las escolares, que es precisamente lo que define una catástrofe: la modificación de la vida cotidiana de una sociedad. Fue una catástrofe, pero menos percibida que la del 22 de abril, pues los muertos no se podían contar en las calles. Lo inadmisible fue escuchar declaraciones oficiales de que la contaminación del aire, a partir de esos periodos críticos, no causó daños a la salud. Se vio, por lo tanto, la necesidad de una investigación que confirmara si la contaminación del aire en Guadalajara afecta ––o no afecta–– la salud de las personas que en ella habitamos. Ya teníamos el antecedente de que hay, para diversas ciudades del mundo, modelos predictivos destinados a cuantificar el aumento de hospitalizaciones, ausencias laborales y escolares, y el número de muertes que se tendrán al subir los niveles de contaminación del aire por partículas. Esa fue la pretensión original: crear un modelo para Guadalajara. Sin embargo, al evaluar
Lo sucedido del 24 al 26 de abril y mayo de 2005, con los niveles récord de contaminación del aire por partículas, fue unacatástrofe, pero menos percibida que la del 22 de abril, pues los muertos no se podían contar en las calles. Lo inadmisible fue
escuchar declaraciones oficiales de que la contaminación del aire, a partir de esos periodos críticos, no causó daños a la salud
los datos disponibles, se encontraron fuertes limitantes de las estaciones de monitoreo y de las hospitalizaciones y estudios epidemiológicos, por lo que desde el principio la pregunta de investigación se redujo a conocer si existe asociación entre el incremento de muertes por enfermedades respiratorias y la contaminación del aire por partículas, es decir: ¿la contaminación del aire se relaciona con daño a la salud? Esa ha sido la pregunta central.
Hay en el mundo seis tipos de estudio reconocidos para evaluar y medir el impacto de la contaminación del aire en la comunidad: los epidemiológicos, de exposición, de relación dosis–respuesta, de evaluación o análisis de riesgo, de correlación, y de vigilancia
epidemiológica. Con los datos disponibles, solo se escogió uno de ellos para trabajar y se pudo corroborar que donde hay más contaminación, suceden más muertes por enfermedades respiratorias, y cuando se incrementa la contaminación, se incrementan las muertes por enfermedades respiratorias y que, por lo tanto, es equivocado y tendencioso decir que los altos niveles de contaminación en Guadalajara no afectan la salud de las personas. En la pasada Reunión de salud ambiental se tuvo la oportunidad de aprender de expertos internacionales en salud y contaminación del aire, y todos coincidieron en que existe en diversas ciudades latinoamericanas (incluyendo la ciudad de México) una relación comprobada entre el incremento de la contaminación del aire y el de las muertes. Para el grupo de investigación que ha trabajado con el tema de salud ambiental, fue muy Las muertes irresponsables de Miravalle
Arturo Curiel Ballesteros
estimulante escuchar en el paraninfo de la Universidad de Guadalajara al doctor Carlos Santos– Burgoa, director general de Promoción de la salud, de la Secretaría de Salud del gobierno federal, quien afirmó que hace 20 años, cuando comenzaron los primeros estudios en la ciudad de México sobre la relación de muertes con la contaminación del aire, estos fueron atacados y considerados de poca validez. Esperemos que pasen rápido esos 20 años de retraso con respecto a la ciudad de México,
y que se retome lo planteado en el Programa para el mejoramiento de la calidad del aire en la zona metropolitana de Guadalajara,1997–2001. Este programa consideró como propósito general proteger la salud de la población que habita la zona metropolitana
de la capital del estado, abatiendo para ello de manera gradual y permanente los niveles de contaminación atmosférica. Una de las principales acciones contempladas (que llevan 10 años de retraso) es la activación del sistema de vigilancia que permita crear la información necesaria para conocer y evaluar los daños y efectos en la salud de la población, y con ello adoptar de manera eficaz las medidas de prevención, protección y atención pertinentes. Retomar estos propósitos es mejor que buscar desacreditar las primeras investigaciones al respecto y que fueron desarrolladas para avanzar de manera interdisciplinaria e interinstitucional
en la prevención del daño provocado por el deterioro ambiental y la afectación de los sistemas vitales que mantienen la salud en el
estado de Jalisco, al que le sobran indicadores que lo sitúan en una condición de emergencia ambiental.
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